jueves, 31 de octubre de 2013

Salida de emergencia

Aún confío en que algún día puedas quieras leerme, desde dondequiera que estés ahora. Y comprenderás que todas estas parrafadas, que de alguna manera o de otra te pertenecen, no son más que una salida de emergencia: un vano intento de volver a colarme en tu existencia para poder acariciarte desde la distancia. Ahora no somos más que dos silencios incómodos y ese eco infinito que aún tiene tu voz, tu sonrisa y tu presencia. Todos mis silencios me acaban hablando de ti. El tiempo se ha encargado de crear muros muy altos sin ventanas para hacer que todo duela menos, pero en mi cabeza no pasan los años: seguimos siendo esos dos adolescentes que lo apostaron todo al color equivocado y acabaron jugando a autodestruirse: el accidente más trágico y hermoso de nuestras vidas. Al menos es el último recuerdo de la última vez que estuve realmente vivo. ¿Acaso fuimos algo más que una bonita casualidad? Quiero pensar que sí, pero que coincidimos en el momento equivocado. Es la única explicación que me mantiene con vida. La última esperanza a la que agarrarme. Y quién sabe, quizás algún día puedas perdonarme por no ser todo eso que esperabas de mí. Yo me enamoré de un imposible y tú de un completo desastre. La diferencia es que tú escapaste y yo me quedé a vivir con la catástrofe.

Demasiado tiempo comprimiendo sentimientos que un día acabarán estallando si nadie viene a salvarme. Demasiado tiempo haciéndome las mismas preguntas, saboreando la odiosa realidad e inventando lugares mejores. Últimamente todo escuece más que de costumbre. Será que se acerca el invierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario