martes, 1 de enero de 2019

Diciembre

Diciembre es ese mes
en el que la nieve
siempre es más blanca
en otros jardines.

Es un mes de desear
aquello que no se tiene
y de suspirar por aquello
que ya nunca se tendrá.

En el centro de la plaza
han vuelto a poner el árbol,
un carrusel que da vueltas
y estufas en las terrazas.

Cómo olvidar aquel invierno
por las calles de Granada
cuando para huir del mundo
nos bastaba una mirada.

Recuerdo aquella noche
que brindamos con champán
el futuro era nuestro
nos prometimos la eternidad.

Los juegos de miradas,
los besos en tu portal,
las canciones a capela
tumbados en el sofá.

Y recuerdo que abrazarte
era lo más parecido
a agarrarme a un salvavidas
en mitad de un temporal.

Diciembre me evoca
sin querer aquellos años
en los que jamás pensé
que te dedicaría estos versos.

He cogido mi guitarra
para tocar los acordes
de una canción de Aitana
y juro que soy incapaz
de recitar el estribillo
sin echarme a llorar.

Todavía hoy conservo
tus fotos en mi cartera
porque me aterra pensar
que algún día vuelvas
y pienses, por un momento,
que habré tirado la pulsera
de aquel concierto
o los mensajes que me dejaste
en las tapas de aquel libro.

Y a este poema le falta
un poco lo que a este año
un orden, un sentido;
un buen final, si acaso.